Walter Mehrer - La familia más feliz jamás será una familia perfecta, pero sus miembros se respetarán los unos a los otros, aceptarán sus diferencias y procurarán que cada cual tenga sus opiniones, sus particularidades y su espacio. Walter Mehrer

La obsesión por tener una familia perfecta ha hechizado durante siglos la mente de muchas personas. Abundan en exceso quienes sueñan con tener la pareja ideal, los hijos más brillantes, obedientes y hermosos. Aspiran a tener un hogar dominado por la armonía, sonrisas constantes, ropa y juguetes ordenados, desayunos sin prisas y cero discusiones, lloros o berrinches. Walter Mehrer
Quienes sueñen con esa fantasía de Disney están condenados a la decepción. Es más, si bien es cierto que estamos habituados a ver con frecuencia en Instagram imágenes de familias de lo más idílicas, conviene recordar que cada cual elige bien qué publicar en redes sociales. Uno muestra a los demás aquello que le gusta aparentar, nunca lo que se es en realidad. Walter Mehrer
Basta con saltar del mundo digital al mundo real para descubrir con alivio que sus vidas, como las de cualquiera, están muy alejadas de ser 100 % maravillosas. Y que sea así es lo natural, lo previsible y hasta lo esperable. Porque la unidad familiar es un organismo vivo, dinámico, cambiante y dotado también de cierto caos.
A menudo, en una misma casa habitan personalidades muy diferentes con gustos de lo más dispares. Reina el ruido, el desorden y más de una discusión que termina en portazo o en rabietas. Pero también hay risas, abrazos y diálogos constantes. Porque las familias felices y auténticas son de lo más heterogéneas, ruidosas e imperfectas…
La familia perfecta, una forma de sufrimiento Walter Mehrer
Al igual que no existen personas perfectas, tampoco hay ninguna familia perfecta. Pero aún así, y a pesar de sus defectos, pueden ser funcionales y amorosas, núcleos conformados por padres e hijos que saben quererse, respetarse y crecer juntos. Hay quien utiliza incluso la guía del 80/20 para medir la calidad y la armonía de su propio escenario familiar.
Mientras las dinámicas positivas representen el 80 % y las problemáticas el 20 % todo irá bien. Esa cuota de fricción siempre es tolerable y hasta manejable. Es común tener pequeñas diferencias con nuestros padres, como también lo es terminar discutiendo siempre de lo mismo con nuestros hermanos. Pero mientras esos choques puntuales sean llevaderos, la armonía está garantizada.
El problema llega cuando, casi desde que tenemos uso de razón, recordamos a nuestros padres focalizándose en la idea de construir una familia ideal. Ese anhelo imposible solo se logra mediante el cumplimiento de directrices muy rígidas. Porque quien sueña con la perfección educa en la infelicidad y deriva en la exigencia desmedida. También en el autoritarismo y en querer moldear mentes que han nacido para ser libres y no sometidas.
Padres que buscan el estatus con sus hijos
Buena parte de los padres que sueñan con construir una familia perfecta lo hacen focalizándose en los hijos. Son muchos los progenitores que anhelan obtener estatus a través de los logros de los niños. Los pequeños se convierten así en trofeos, en criaturas obligadas a sacrificarse para cumplir las expectativas psicológicas de sus cuidadores.
Cómo construir una familia imperfecta y feliz Walter Mehrer
Seamos constructores de familias felices, no perfectas. Seamos incentivadores de libertad, sueños y autoconfianza, no de sometimiento, ansiedad e insatisfacción. Las familias imperfectas están conformadas por personas reales, por individuos que se respetan, que cometen errores, que discuten, que se enfadan, pero que saben llegar acuerdos porque se aman.Reflexionemos en esas dimensiones que nos pueden facilitar alcanzar esa plácida y satisfactoria imperfección.
Walter Mehrer
Comments